Escrito por Lucy Pinta
El testimonio de mi bautismo
Puedo afirmar que Dios ha estado conmigo toda mi vida, sin embargo, durante mucho tiempo no me di cuenta de que cada día, cada hora y cada minuto es un milagro de Dios. Después de haber recibido al Señor Jesucristo y de haber estado asistiendo a la iglesia durante mucho tiempo, surgió en mí un ferviente deseo de bautizarme. Se lo prometí a mi Señor, pero seguía indeciso.
Cada vez que se realizaban bautismos en la iglesia a la que asistía, yo decía: “el próximo bautismo lo haré”. Mi temor era no saber si esto era sana doctrina o lo correcto. Así que oré y le pedí a mi Dios que me ayudara y me hiciera saber si esto era buena doctrina. Luego le pedí a Dios que me ayudara y me hiciera saber lo que debía hacer. Todavía sentía un ferviente amor por mi Señor, pero clamaba y lloraba porque sentía que le estaba fallando. Me sentía como si estuviera en una batalla, y así pasaron varios bautismos más y no podía decidirme.
Un día, mientras escuchaba una estación de radio cristiana, mencionaron un hermoso versículo, que he recordado toda mi vida. Sentí que era la respuesta que necesitaba de mi Señor para decidirme a bautizarme. El versículo es:
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. – Eclesiastés 5:4
Con este bautizo me sentí liberada, me puse a cuentas con Dios y me llene de gran paz que solo nuestro Señor nos puede otorgar. Pero sobre todo, tener la certeza de que Dios responde nuestras oraciones. Dios es bueno.